Hoy, día 5 de febrero, Navalafuente celebra Santa Águeda, cuya historia se remonta al siglo III en Catania (Sicilia). Virgen y mártir, Águeda, quien había ofrecido su virginidad a Jesucristo, vivió en una época marcada por las persecuciones contra los cristianos, decretadas por el emperador Decio. En este contexto, el procónsul Quintianus se encaprichó de Águeda, pero la constante negativa de la joven a sus intentos de conquista acabó por enfadar a este y como venganza, el procónsul la envió a un lupanar, regenteado por una mujer llamada Afrodisia.
Milagrosamente, la joven logró conservar su virginidad, pero esto enfureció aún más al procónsul, quien ordenó que la torturaran y le cortaran los senos. La respuesta de Águeda, según la obra La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine, fue: “Cruel tirano ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?”. Pero la joven siguió siendo torturada e incluso arrojada sobre carbones al rojo vivo.
Según se cuenta, el volcán Etna entró en erupción un año después de la muerte de Santa Águeda en el 252 y ante esto los ciudadanos de Catania le rezaron para que les ayudara, consiguiendo que la lava se detuviera a las puertas de la ciudad. Desde entonces, ésta es patrona, no solo de Catania, sino también de toda Sicilia.
En general, a Santa Águeda se la considera protectora de las mujeres y se recurre a ella para los males de los pechos, partos difíciles o problemas con la lactancia, además de relacionarla con las virtudes de recato y feminidad.
De esta manera, el día 5 de febrero se rinde homenaje a Santa Águeda, siendo un día celebrado por la Iglesia Católica.
Los orígenes de esta fiesta en Navalafuente están relacionados con una serie de privilegios para el pueblo y sus mujeres, a las que se les concedió el privilegio de mandar una vez al año. Dice la tradición que las mujeres, a la hora de ir a misa y una vez nombrada la Alcaldesa por ese día, eran acompañadas por música, ocupando el banco de la justicia en la iglesia desde donde escuchaban cómo el cura anunciaba oficialmente el nuevo Ayuntamiento.
A la salida de misa, éstas pedían limosna para Santa Águeda y una vez recogida, marchaban para casa con la música que les había llevado hasta allí.
Además, era tradición embromar a los hombres con todo tipo de picardías, tirándoles o robándoles prendas de vestir, preferentemente la boina o un pañuelo, para así cobrarles después un rescate.
Durante el baile que se celebraba en la plaza, eran las mujeres quienes sacaban a bailar a los hombres, lo que producía situaciones de ridículo, normalmente, al sacar a bailar al mozo que el día de San Blas les sacó a ellas.
Desde entonces se ha celebrado tradicionalmente esta fiesta, que tiene un sentido lúdico y pagano, y la cual se inicia con la cesión del bastón de mando del Ayuntamiento a las mujeres, que dedican el día a diversas celebraciones mientras encargan todas las actividades domésticas a sus maridos, aprovechando éstas para celebrar el 5 de febrero con cenas con sus amigas y dejando al marido en casa.
Tradicionalmente, se celebraba también una comida de hermandad entre mujeres que por unos años dejó de realizarse por diferentes situaciones sociales y que desde hace más de una década se volvió a instaurar, celebrando una comida típica, tanto de antes como de ahora, como es el cocido.
Para esta comida, el Ayuntamiento aporta su granito de arena en la celebración colaborando con una actuación musical y cultural para cierre de fiesta y disfrute del día.
Realmente, el 5 de febrero se ha convertido en un día especial y tradicional que las vecinas de Navalafuente disfrutan al máximo y que este año, debido a la situación tan especial que vivimos, lo tendremos que celebrar con los recuerdos de ese bonito día de años anteriores y esperando que el próximo año estén ahí como la tradición manda.
¡FELIZ DÍA DE SANTA ÁGUEDA!